lunes, 9 de julio de 2012

Jeremy Clarson (I)


El comienzo está claro, el final está aún por determinar.  Pero una serie de acontecimientos y casualidades están marcando el camino en el que se convertirá. Lo que está claro es que el odio y el rencor no son buenos compañeros de viaje.

Desde el comienzo sus pasos en la vida han sido duros, un cúmulo de calamidades y dolor.
Al nacer como tantos otros niños no deseados, frutos de la casualidad, la ignorancia e hipocresía fue dado en adopción. Una noche fría de invierno a los pocos días de nacer fue dejado en el suelo, en la puerta de un orfanato de Londres.

Allí pasó su infancia, compitiendo por los pocos recursos que había, como comida y agua, esto junto con las continuas palizas sufridas a manos del rector del orfanato (un tal James May). James fue el causante de convertirle en un niño famélico y lleno de odio hacia la raza humana y sobre todo hacia la Iglesia.

Un día, a los 18 años, haría un descubrimiento que desencadenaría unos acontecimientos que cambiarían el curso de su vida. Mientras realizaba una de sus habituales “travesuras” junto con otro macarra del orfanato llamado Richard Hammond. En aquel tiempo ya poseía un don para pasar desapercibido cuando quería y poder apropiarse de lo que no le pertenecía por derecho.

Se colaron en el despacho del rector con el fin de llenar sus cajones de ratas muertas, pero Jeremy encontró una carpeta sucia y gastada en el fondo de un cajón con su nombre y la abrió.
Al hacerlo descubrió aquello que durante todo ese tiempo ansiaba conocer: el nombre de sus progenitores, así como el sitio donde encontrarlos. Por fin sabía algo de la persona que más odiaba en este mundo, su padre, el causante de tanto dolor y desdicha. Averiguó además que su madre había muerto en el parto y que compartía apellido con el rector. De su padre poco ponía en el informe aparte de que era una figura importante en la iglesia de Canterbury.

En ese momento un intenso escalofrío le recorrió el cuerpo junto con un calor intenso. Sin pensárselo comenzó a amontonar todos los papeles y les prendió fuego. Momentos después él y Richard salieron corriendo por la ventana del segundo piso.

Salieron dejando esa vida atrás, cuando recobró el sentido comenzó una carrera contra reloj: descubrir el causante de tanto dolor y vengarse.

El primer mes se dedicaron a robar y correr para poder llegar a su destino final.

Hasta que una mañana ocurrió algo que escapaba de sus planes.

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